viernes, 31 de diciembre de 2010

última nota del añote.

El olor del aerosol me envuelve un poco.
No es este un texto que usted deba disfrutar, o pensarlo, o pensar que es ficción. No.
No busco coherencia en las palabras, sólo quiero cerrar mi año en mi blog. Dudo que pueda hacerlo como realmente quiero, porque no pretendo decir ''fue un año bueno y malo''
Sin embargo lo fue, como todos los años y todos los días en la vida de alguien, supongo.

Siento que todavía estoy en la escuela, que recién es marzo jaja, cualquiera. Cero noción de estar terminando el 2010.

Conocí muy poca gente este año. Pero... Sí, que importante que resultan ahora. No fue un año de evolución personal, si no un año de redescubrimiento. ¿Hasta dónde podemos llegar, negra?

Y entiendo que a veces soy feliz yéndome a la mierda. Y me siento así:

"acostumbrado, equivocado
no veo el cielo, está nublado
apareciste sin que te buscara nadie, no esperaba encontrarte ahí
tal vez tu risa no tenía sombras, no tenía cara
fue todo lo que
me prestaste un beso
me prestaste calma
me prestaste todo lo que me faltaba
tenés la receta justa para hacerme sonreír
y todo el tiempo
sabés lo que me asusta
sabés lo que me gusta estar con vos
me robaste el cuerpo
me robaste el alma
ya es tuya la voz con la que antes cantaba
me quitás el sueño
me quitás el habla
pero si estoy con vos no necesito nada"
''No necesito nada'' de No te va gustar.

Y como siempre, no sabés en qué vas a terminar.
Pero no te importa
Porque mañana va a ser otro día
en el cual esperas llover
en flor
en pétalo
y en vos.



Feliz año gente.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

8 y un nombre.

yo tampoco me olvido de que te quiero.
Que es tanto, y siempre es enero.
Que es julio y 14, un 8 y un nombre.
vos tampoco te olvidas.
siempre estará ese lugar, en donde se fugaron mis mayúsculas. un lugar grande, el mismo donde te dije
que
alguna
vez
iba
a
estar.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Sos el verbo extrañarte.


Y también quererte. Y sos el deseo de que estuvieras acá.







Dos años.

martes, 16 de noviembre de 2010

bup.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Me dijiste Hola.



Estabas toda mundana, etérea. Inundabas la cocina con tus burbujas de espejo. El claroscuro de la pausa astral, nos devolvía, como en cada suspiro de soledad, a una unanimidad con dos fases, a una única solución.

Y sonreías porque sabías cómo hacerlo. Porque nunca te quedaba otra, y jamás te molestó reinventarte consecuentemente ante cualquiera que quisiera relojear tu naturaleza.

A mí me daba gracia nuestra simbiótica simetría y me eché a reír al compás de tu estela. Y BLOP explotamos, BLOPITIBLOP explotaste y BLOPITIBLOPITITAP, la cocina se cristalizó abismal.

Entonces me dijiste:

- H--Hola, Julieta.

Y yo te respondí:

- H--Hola, Alia.

Te toqué la nariz y me mordiste el hombro. Supimos, entonces, que estábamos completas. Habías terminado la transferencia. Pero te abracé por miedo a perderte.

Tus palabras se dibujaron en el aire. Decían (iban a seguir diciéndolo siempre) “No me vas a perder, mientras no te pierdas a vos.”

La torpeza fue inhibida por una sabiduría certera, puntual, fugaz.

Sonreímos, porque sabíamos cómo hacerlo, y ya no hacía falta más. El abismo de cristal se derritió hasta reactivar el tiempo, vos te evaporaste en flores.

La cocina, jardín casual, quedó santificado por aureolas de jabón enlazadas a pétalos nocturnos. Quedó conmigo, arrodillada, a la espera de un nuevo renacer.



----

Sólo espero que les guste.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

come hambre

Hay hambre
en la memoria,
esa que no podemos
olvidar.
Masticarla es para
que el pánico muerda.
Cadáver exquisito para
un cuerdoide.






------
Cazate que actualicé dos días después.
Insólito.

lunes, 1 de noviembre de 2010

la puta que los re parió.

conchitumá.
acá si puedo gritar
QUE SE VAYAN A LA MIERDA.
perdón, ya está.

jueves, 28 de octubre de 2010

La ciudad es un manicomio gigante.



El señor Durruty es la vejez adolecida por la niñez. Se lo puede ver caminar por los pasillos del Borda, escribiendo las ventanas empañadas, y empañándolas para escribir «La ciudad es un manicomio gigante». Mas nadie se detiene demasiado en cada cosa que dice. ¿Qué cordura podría tener un paciente del hospital de locos?

Las enfermeras oyen ecos de rumores sobre algún pedacito de verdad en las historias de un ser fantástico que cuenta Don Emilio.

En la habitación 109 juran haberlo olido. En la 98 dicen que es muy amable y cordial. Y la señora Herrán, de la 101, aplica la comparación ‘’es tan peludito como mi gato’’.

Lo cierto es que tanto enfermeras como doctores, están aturdidos de tanto chismerío peludo. También están las porteras que son quienes más creen. “Acá se hacen los oídos sordos con la cantidad de pelo violeta que junto” dice Alejandra, con una convicción que reviviría a Julio César.

Desde una perspectiva psicológica, el licenciado en psicología Juan Carlos Merino afirma que todo se trata de una alucinación colectiva, que al tener bases tan firmes, provoca que los individuos que conviven con quienes padecen dicha afección, entren en el juego alucinatorio.

Don Emilio sabe que nadie quiere creer, lo que todos saben; y que estar loco no prohíbe ver la realidad, si no lo contrario, permite aceptarla como si de una sonrisa horneada se tratara.

La bestia púrpura conoce con técnica esta situación, y quizás aquí este la razón de por qué no se hace pública. Si lo fuera, el Doctor Merino jamás terminaría su libro sobre alucinaciones colectivas, la portera no renegaría y no tendría tema para hablar con las otras, y fundamentalmente, el señor Durruty no tendría razones para ser el adolescente revolucionario filosofal, del querido hospital de locos.



----

Con menciones de Emiliano Wepa del Bosque, Hadexo Hadexito, Ro Herrán, y Anutar Waerd, grandes amigos. Los quiero muchísimo, chichis.

martes, 5 de octubre de 2010

Flora y fauna de los baños públicos.



Como un sapito asustado detrás de la puerta del baño. Arrodillada sensación de haberme despertado bajo la ducha de una enorme fauna abisal.

Salpicar es un carnaval. Y un sapito mira lo que para mí está tan cerca que no puedo apreciar. Acaricio la planta de mis raíces, el talón vívido, viejo conocido.

Soy una flor etérea, bástame emoción para renacer en primavera. Abrase la puerta, que entre quien pueda liberarse y dejar la sensación que ya no quiera consigo. Que se haga público el dominio, que conozcan a quienes mantienen el mito de lo que es de todos. Un sapo, una flor.

Sapo sapito sapitito que vela por las historias de amor, de alguien que creyó. Amantes sin medidas, sin nombres, apodados por el querer mil veces conoció. Un sapo diccionario de príncipes inexistentes, de princesas que parches en la ropa son. Un sapo pequeño, olvidado, que parece recuerdo del pasado, pero es el presente más acechado en los labios de los pasantes.

Cazando dudas y absorbiendo sentidos vivimos, el público siempre se renueva, aquí a todos conocimos. Incluso a la risa desmarañada de tu jardín estelar y a la búsqueda en el espejo enciclopediado de la palabra "Soñar".

Desde luego, también lloraste aquí, sin querer volver a salir, cual sapito asustado entre flores de vida.



----

No me gusta, pero era necesario actualizar.

martes, 31 de agosto de 2010

CONSTANTEEEE

Estaba pensando que siempre quiero que las cosas sean diferentes, que me aburro de la rutina. Pero creo que tal vez, lo que me falta para poder variar un poco, es una rutina.
Tome el gusto de ver películas románticas. Baaaahhh, siempre me gusto! Pero ahora las miro conciente de que voy a llorar, y me siento genial! Entonces creo que me gustaría dedicar más tiempo a mirar películas, y hacer otras cosas que me gustan, pero que ocasionalmente dejo de lado.

Por día me gustaría:
- Ver una película.
- Dibujar por lo menos UN dibujo.
- Leer un cuento.
- ¿Estudiar? NAAAH xD


Me gustaría ser constante! CONSTANTE K! xD Ay, sí, sí.

sábado, 31 de julio de 2010

Impulso que chapotea.




Imaginemos que entendés de qué va esto. Comprendés tus impulsos inmanejables y de alguna manera impropios, te dirigís solemne por las calles que te muerden porque les duele que pises; entendés, claramente, que tenés algo pendiente de antaño, e incluso todavía de hogaño.
Y aunque desconocés el lugar al que vas, no deja de resultarte familiar la esencia del aire. Ese perfume ya te consumió. El perro que chapotea, la vieja que hace comentarios en la parada del 103. Ella ya te habló sobre su hijo el abogado.
Pero tu camino debe seguir, entonces llegas a una casa laberinto. Pasillo largo, de paredes verde agua playero, un museo de obras de arte de humedad. Ves cortinas rojas, hilos de lana violeta que salen de a girones por la puerta. Caminas y te enredás. Tirás y el nudo se hace mayor. Hay una tijera en el suelo, pensás que es lo más conveniente usarla, mas, al cortar sentís como si algo tuyo se rompiese. Escuchás una lágrima pálida caer, y decidís cruzar la puerta.
Dentro, hay una mesa ratona de madera azabache llena de arena, con una ínfima isla salada, la cual es delimitada por puntos violetas sin terminar, desganados. Saltando de punto en punto ves cara a cara a la tejedora. Sabés quién es, y no hay confusión. Ella no dice ni una sola palabra, no puede hacerlo, su garganta también tiene un nudo.
Te espantás. Querés irte, te das cuenta que es imposible, estás totalmente involucrado. Y ella que no deja de mirarte y teje y teje tus pasos.
Como títere llegas a tu titiritero principal. Llegas a mí, mientras leo mirándote suspicaz. Los nudos van desatándose cordialmente, y no sabés qué preguntar primero.
Entonces vuela un ''¿Por qué?'' de tu boca a mi mismo ritmo y sinfonía. Preguntarías qué pasa, si fuera elocuente hacerlo, porque de golpe todo es simple, tus preguntas las hizo quien arma la historia, y las respuestas están en quien la escribe.



----


tiempo sin escribir! Y bueno, no sé. Hay cosas que quisiera arreglar, pero tengo sueño, y después veré xD Como siempre, seguro no se entiende.

Saludines!

jueves, 3 de junio de 2010

Puchito López

Vos pensabas que en Buenos Aires siempre estarías solo. Que la ciudad no era más que edificios y desconocidos, entes; y que vos también eras uno para los demás.

Pero no contabas con que nunca podrías estar verdaderamente solo en un juego de 13 millones, observando, siendo observado y particularmente viviendo. Jamás contaste con eso.

Porque en tu campo querido, hasta los árboles más amigos mueren y cuando el viento sople y no haya un roble, existirá un nadie. Pero vos, Puchito López, vos no estás solo.

Tu cabecita coya cruzando la 9 de Julio, dando saltos hasta aparecer en parque Rivadavia, y luego ver tus alpargatas rayadas admirando las paredes de Acoyte, preguntándote si a los boletos les duele la suela de los zapatos; hacen que te sienta minoría. Lo sos, lo sabés.

Te seguía todos los días, Puchito, no recuerdo ya cuándo fue la primera vez que lo hice, o cuándo la primera que te vi. Creo que coinciden… Extrañamente, sí, coinciden, fue un 3 de abril, que día complicadísimo ese, cómo haberlo olvidado.

¿La de razón de seguirte? Quién sabe, compadre. Tan despreocupado por la vida ibas - vas- y yo tan mamarracho como diría la abuela. Quería contagiarme de tu gripe. Al principio, era un par de cuadras, que se potenciaron al cubo, y así y así.

Con el paso de los días sabía tus hábitos, los anotaba, controlaba si se repetían. No sé si alguna vez me viste, siguiéndote. Hablabas poco, murmurabas mucho. A penas si logré escucharte. Llegué a seguirte por 5 vueltas completas, siempre bajo tu misma rutina, Puchito.

Tu recorrido finalizaba en los puestos de parque Rivadavia, mientras los viejos jugaban ajedrez y los chicos vendían los libros de inglés usados, como siempre. Como siempre, hacías una vuelta rara, como si fueras un acróbata de sueños y desaparecías. Pero aquella vez no desapareciste, te adentraste en los laberintos de libros; no escuchaba el cantito “Libros, libros, nuevos y usados, escolares precio oferta” a esta altura, tampoco me interesaba. Seguías avanzando, perdiéndote (no, perdiéndome yo, vos te encontrabas). Te seguía, ya no importaba esconderme de tu vista. Era pisar y ver hojas de libro por detrás de tuyo desenvainándose en el aire, pidiendo un cielo. Entonces te quedaste quieto, y volteaste. No pude bajar la vista, aunque hubiera sido más cómodo el poder haberlo hecho. Sonreíste, Puchito, no podía creerlo.

Me quede atónita en el suelo, y las hojas amarillentas, tus papeles inesperados me envolvieron hasta dormirme en romances, en bardos. Cuando pude mencionar palabra, por supuesto, no estabas. En tu lugar había un libro bordó tapa dura, en el que leí el campo y la soledad, esos robles, te estaba leyendo el alma o las letras, tu espíritu literario.

Pasaron días de eso, ahora te escribo desde el café en que te vislumbré aquel 3 de Abril, del que me fui sin pagar. Te escribo con el anhelo a una valentía. Quisiera seguirte una vez más, Puchito. Seguirte y entrecerrar tu libro con esto que sin mucho orden o coherencia escribo.

A dónde vas; Por qué venís; Por qué te vas. Pero sobre todo… ¿Por qué volvés, Puchito López?



------------

Es medio otro rejuntecín. El principio del relato se referia a una tercera persona, antes. Así también como lo de 'era pisar y ver hojas de libro...' se me ocurrió un día por la calle y lo guarde en un borrador en el celu xD. Después otro poquito lo escribí en el cole.
En fin, no sé como habra quedado, me da algo de miedo releer.

Un beso grande.