sábado, 26 de septiembre de 2015

Resistí. Yo acá te espero.

Y quiero que estés bien. Que esperes que te vaya a conocer.
Que resistas, que sepas que estoy ahí, tratando de ser presente aún en la ausencia de las inevitables distancias.
Resistí, bebé. Esta tiene que ser tu primera revolución. No estás solo, te lo juro, te lo juro por todos los soles que brillan en tu alma.
Te quiero, bebé. El destino de los héroes es azaroso y parece que te tocó descubrirlo temprano. Tenés que volver a esta lucha una victoria.
Yo acá te espero. Te veo venir a Buenos Aires, te veo correr entre mis bastidores, te veo siendo el nene más feliz y radiante que el mundo tuvo el gusto de ver nacer. Y te voy a retratar de mil maneras,
pequeño duende blanco, duendecito de amor,  cachetitos de arroz y miel...
Estamos con vos, Dante.
Somos por vos.




lunes, 21 de septiembre de 2015

La virgen de Insuperable

Me cuesta mucho desprenderme de la idea de que tengo que poder con todo.
Pienso que todo el tiempo tengo que estar dibujando para poder llegar a ser una gran artista. Y si no me mato, si no transpiro sangre por eso, no estoy haciendo lo suficiente. Claramente ni me he matado (aquí me tienen, todavía en el hades no hay wi-fi) ni lloré sangre porque de ser así, ya me habrían consagrado como la virgen de villa insuperable.
Ocurre que me suelo sentir bastante mal por esto. Porque además, para mí, todo lo que hago es horrible, jamás tendrá algún sentido para alguien, ni va a conmover a ningún alma. Es un sentimiento bastante de mierda. Emparentado directamente con las sensación de culpa de no estar matándome todo el tiempo.
Y yo sé que hago lo que puedo. Pero a veces lo que puedo no es lo suficiente. Creo que, de hecho, nunca lo es.
Sin embargo, hay días como esta mañana, que siento que puedo disfrutar de desayunar 3 tostadas, de pintar un rato antes de cocinar la mejor tarta que me hice hasta ahora, y finalmente actualizar mi blog antes de ir al psicólogo. Se siente bien y las exigencias del universo kármico y estudiantil parecen no importarme.
Tengo ganas de brillar, de sentirme abrigada desde mi propia luz.
Y muchas veces me castigo y dudo. Se hace muy dificil poder alcanzar cualquier meta cuando es así.

No sé. Tengo que creer. Tengo que creer en mi infinidad para no ahogarme.
Hay mucho por recorrer. Solo espero estar a la altura, y por favor, si me ven llorando sangre, diganme que soy una pelotuda y que me voy a morir desangrada.

lunes, 14 de septiembre de 2015

22:59 de un lunes.
Lunes 14 de septiembre del 2015.

Ceno milanesa de avena con una sopa de los fideitos que me quedaron. Triste? Un poco, pero la verdad está bastante rico.
De fondo las gatas maullando. Talita está en celo y eso nos altera a las tres. En la tele, un reallity de cocina. Nada de glamour, una escena bien cotidiana.
Y la verdad es que no dejo de preguntarme cómo pude enamorarme de alguien que no puede enunciar ni uno de mis pintores favoritos. Sí, era obvio que me gustaba pintar, y hasta ahí llegábamos. Desde luego que hay cosas mas importantes que saber el pintor favorito de alguien, pero de alguna manera eso dejaba en evidencia todas las otras cosas que no sabía de mi arte.
Es que eso me dolía, corazón. Yo esperaba verme a través de tus ojos y fue cuando comencé a verme a través de los míos que nuestro tiempo se terminó. Porque me reconecté y este yo del presente te desconocía. No entendías, vos también sufrías.
Hoy te veo menos fantasma, más desconocido.
Pero igual, cada día sigue siendo una lucha por terminar de ordenar el huracán que dejaste en mí.