domingo, 31 de enero de 2016

Collages


Entendí algo.
No sirvo para las cosas etiquetadas, para lo exacto y lo estrictamente definido. Me gusta lo fluido. Lo que puede ser al mismo tiempo muchas cosas y tal vez ninguna. Cada vez creo menos que al amor le quepa alguna etiqueta o algún límite. Yo ni siquiera he incursionado en el poliamor, pero en serio, sí que he amado. Amado sin restricciones, porque aunque la culpa sea una alarma que se activa cuando rompemos el molde de lo esperable, por más que me censure, por más que no lo cuente o exteriorice, en mí... En mí, yo siento todo lo que me nazca sentir.
Se me da bien hacer collages. Armar algo nuevo con lo que hay. Organizarlo de tal manera que funcione. Ensamblar las partes de todos los todos y crear algo superior. Superior al menos para mí, puesto que es algo que me libera. Hacer collages es armar un rompecabezas sin conocer concientemente la imagen final. La intuición nos guía. Es la esencia quemándonos en la necesidad de ser materializada lo que nos guía a la resurrección final. Hacia la santa estampita que nace para coronarse en nuestros santos antepasados.
Tengo pies de esclava. Se me curten solos y las gritas de mis talones parecen raíces. Tengo caderas grandes y pechos pequeños. Lunares en la cara, pecas en mi nariz. Una piel tersa y blanca la cual es dibujada por el Sol. Me quemo y duele. Me lastimo y sana, pero la cicatriz, todas las marcas de mi cuerpo, parecen haber sido creadas para ser eternas. Quizá como recordatorio de lo que fue superado o de los errores que no deben volver a cometerse. Mis ojos, marrones oscuros; tierra mojada después de la tormenta, así de fértiles y rotundos. Una boca con un aguijón lleno de miel. Un sexo apasionado y desprejuiciado. Un corazón con compromiso latinoamericano de mujer en lucha y mis manos a veces ásperas, pero siempre sensibles.
Ya es tarde, ya es noche. Yo escribo. Escucho canciones en español, el idioma que profeso secundariamente, porque suelo elegir la sutileza de lo tácito como lengua materna. Leer entre lo silencios que hacen música a la música.
Sé escuchar cuando el río cambia su caudal
y cuando trae sirenas.
Yo conozco a las sirenas.

martes, 26 de enero de 2016

Que te amo es un secreto
que no me cuento ni a mí misma.