miércoles, 31 de agosto de 2016

Cuánto cuesta reconocerse las cosas.
Aceptar que hiciste bien lo que hiciste.
Quererte.
Por una vez, quererte.
Sentís el cuerpo extraño, no es la misma lucha que antes, porque ya pasaste la lucha de no querer morirte...
Ahora estás luchando porque querés estar bien.
Y las ganas terribles que tenés de boicotearte,
(tantas ganas como da la abstinencia de las drogas más adictivas)
Pero por alguna razón, hoy seguís entera.
Suspirando en vez de llorar abrazada a una almohada,
un peluche,
algo que se parezca a La Molly,
a la Molly.
No tenés ganas de morirte.
No te estás consumiendo por dentro.
Hace miedo en los ojos y sobretodo en un pecho explotado.
Pero con la primavera llegan las flores
y el frío de mutilarse las ganas de ser
no parece tan frío,
porque ya no lo es.

jueves, 18 de agosto de 2016

Mi amigo, Julián, hablaba de proyectar. Hablaba convencido de que cuando uno realmente cree en lo que desea, va a encontrar la manera de que se manifieste.
Convulsa es un adjetivo que le queda bien a mi vida. No lo digo yo, lo dice mi historia. Lo dice el verano pasado y los días que le siguieron, el otoño y éste invierno también. Yo deseaba realmente encontrarlo. A él, que ya lo había visto con curiosidad en el pasado inmediato y en el  lejano. Todavía me acuerdo lo fuerte que sentí reconocerlo la primera vez que nos vimos cara a cara. Siento aún la magia con que algo me decía que sugerirle el juntarnos a charlar iba a ser un hecho trascendental.
Y lo fue. Terriblemente. De repente estaba en todo y para serte sincera así quería que fuera.
Me enamoré como creí que ya no estaba destinada a hacerlo. De verdad he llegado a sentir lo amargo de la idea de vivir sin un amor como el que generamos juntos. Pero me enamoré jodidamente de un pibito que sabía exactamente como leer el alma. Yo lo dejé porque me gustaba oirlo.
Un día me dijo que me amaba y yo tan tarada me puse a llorar. ¿Sabés hace cuánto no lloraba por algo lindo, por sentir lo bello en el cuerpo, ese calor que enciende vidas?
Entonces eventualmente llegó la charla. Nos queríamos libres. Juntos, compartiendo libertades. Sabía que iba a ser difícil, y a veces lo es. Es complicado romper con las cadenas que nos ataron por años. Siempre creí que el proceso de dejar crecer las alas era doloroso. Hoy lo compruebo.
Por momentos no puedo con algunas cosas. Me desarmo completamente. Dudo y dejo que todos los malditos demonios que viven dentro mío me consuman. Pero carajo. No lo vale. No vale perderse así la oportunidad de trascender a través del amor. Sé que suena cursi. Posiblemente lo sea, él me genera cosas de las cuales reniego porque me dan un poco de vergüenza. Pero no te miento, no te vendo ningún chamuyo.
Él me hace creer. Creer que podemos todo, creer que podemos ser la libertad salvaje, indomable y transformadora que necesitan las almas para trascender.
Él es un hogar, un compañero, mi amigo, mi amante, tantas cosas que no puedo enumerarlas ni tampoco quisiera. Quiero seguir descubriendo lo que potencialmente podemos ser.
Porque lo amo.
A vos te amo, entendés?

miércoles, 17 de agosto de 2016

Se me nubla la vista.
Me siento triste.
Tan confundida y tan lejana.

El cuerpo se me desarma.
Vos me querés, pero yo me corto los labios.
Sangro.
Sangrar lo hago bien.
Desde los 11 creo que estaba destinada a eso.
Quisiera no doler.

Desnuda. Desnuda
Desnuda y
en la frontera de ser.

Ya con la mirada perdida
no puedo ver donde queda el hogar.