Dos años.
sábado, 27 de noviembre de 2010
martes, 16 de noviembre de 2010
jueves, 11 de noviembre de 2010
Me dijiste Hola.
Estabas toda mundana, etérea. Inundabas la cocina con tus burbujas de espejo. El claroscuro de la pausa astral, nos devolvía, como en cada suspiro de soledad, a una unanimidad con dos fases, a una única solución.
Y sonreías porque sabías cómo hacerlo. Porque nunca te quedaba otra, y jamás te molestó reinventarte consecuentemente ante cualquiera que quisiera relojear tu naturaleza.
A mí me daba gracia nuestra simbiótica simetría y me eché a reír al compás de tu estela. Y BLOP explotamos, BLOPITIBLOP explotaste y BLOPITIBLOPITITAP, la cocina se cristalizó abismal.
Entonces me dijiste:
- H--Hola, Julieta.
Y yo te respondí:
- H--Hola, Alia.
Te toqué la nariz y me mordiste el hombro. Supimos, entonces, que estábamos completas. Habías terminado la transferencia. Pero te abracé por miedo a perderte.
Tus palabras se dibujaron en el aire. Decían (iban a seguir diciéndolo siempre) “No me vas a perder, mientras no te pierdas a vos.”
La torpeza fue inhibida por una sabiduría certera, puntual, fugaz.
Sonreímos, porque sabíamos cómo hacerlo, y ya no hacía falta más. El abismo de cristal se derritió hasta reactivar el tiempo, vos te evaporaste en flores.
La cocina, jardín casual, quedó santificado por aureolas de jabón enlazadas a pétalos nocturnos. Quedó conmigo, arrodillada, a la espera de un nuevo renacer.
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Sólo espero que les guste.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
come hambre
en la memoria,
esa que no podemos
olvidar.
Masticarla es para
que el pánico muerda.
Cadáver exquisito para
un cuerdoide.
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Cazate que actualicé dos días después.
Insólito.