martes, 16 de junio de 2015

hoy hace ayer


Hoy hace tres años.
Hoy hace dos.
Hoy hace uno.

Hoy.
Ironía es que mientras más se endurecen mis manos, más sensible se vuelva el alma.
Bien sé que la corteza de un árbol no es más que un vestido. Que debajo está la revolución de las múltiples vidas que le tocó vivir. No conozco otra vida. No sé que significa vivir sin estar en constante ebullición.
Y quiera o no, te llevo tallado en mí. Como una herida limpia que ya no sangra mi savia elemental y primogénita. Colonizaste mis tiempos. Te robaste mis frutos. Viste agonizar mis raíces, enfermar mi voz y viste como yo misma corté y marchité mis flores. Me disecaste viva. Y como un tigre cansado, no pude enfrentar al domador ni volver a conocer qué era ser un jardín.
Fuiste vil. Compré tus cuentos. Los escuchaba con devoción, como lo hacen los que hoy te siguen, los que hoy creen que realmente tus historias están basadas en buenas intenciones. Nunca conocí a nadie que disfrazara tan bien el egoísmo. Me dolés, porque todavía a veces, lográs espantar mis pájaros. Y entonces no hay alas que soporten el peso de tanto miedo.
Entiendo y sé que sos una víctima de víctimas. Así como yo soy víctima tuya y de tu victimario. Hoy me cuesta decir que te perdono, aunque lo que más quisiera es poder desprenderme de todo este dolor y con un suspiro sincero decirte adiós sin rencor.  Y es que en realidad, no sé si todo esto es rencor. Una gran cuota es miedo. Cada vez que sé de vos me paralizo. Así como me paralizaba en el suelo. Te amé como a nadie y hoy sos mi peor miedo.
Me da bronca, sí, que nadie nunca haya podido ver nada. O lo que es peor, que hayan sido cómplices de todo este juego enfermo.
Está bien, no puedo pretender que un ciego conozca lo que nunca vio. Entiendo, también, que es más fácil. Conocer la verdad nos obliga a tomar una posición. Desconocer (o hacer de cuenta que) les ahorra correrse desde el centro de autosatisfacción.
No importa. Poco sentido tiene preocuparme hoy por estas cosas. Que me duelen, me duelen. Pero hoy, a pesar de que te quiera, ya no te amo. Ya no quiero olvidar lo humano que realmente sos. Hoy amo la libertad que articula mi vida, hoy amo a mi arte más que cualquier otra cosa, porque ahí está mi verdad.  Soy manifestación, fuego, vida, mujer. Una mujer que no tiene vergüenza de ser lo que es.

No hay comentarios: