jueves, 17 de marzo de 2011

El túnel de tela.


Aquella noche ninguno lo sabía, pero el túnel se había abierto, en varios lugares, al mismo tiempo, y no era la primera vez que sucedía.

La primera vez fue en Agosto del año pasado. Estábamos durmiendo en sueños, en la cuadra de casa, y vos estabas en la casa de mi vecina, detrás de las rejas negras, sobre un pasto totalmente ajeno, y yo en la vereda, acostada mirándote dormir, mirando cómo tu presencia tangible se manifestaba ante mi ingenuidad de creer que las cosas sucedían.

Cada noche, sin sospecharlo, cruzábamos el túnel. No se trata un túnel normal, que se pueda imaginar, es un pasadizo de tela de sueños, con parches de colores que pende de un hilo de plata.

Los días que siguieron al primer encuentro, en el que descubrí el efecto de tu yo sobre el mío, fueron igual de silenciosos e imprevistos. Jugábamos, nos escondíamos, esperaba verte y nos transformábamos en dibujos, y nos escribíamos los labios con el silencio de la aventura.

Sólo en un encuentro pude amarte en el lienzo del cuerpo. En mi habitación, en la tuya, volviendo a la mía, existiendo en tu onirismo.

Pocas veces nos sentíamos conscientes de entender el cómo de las cosas, jamás el porqué, si desde luego, tampoco nos interesaba. Bastábanos con vernos de la forma que fuera.

Aquella noche cruzamos el túnel y nos agarramos de la mano. Fuimos por tantos lugares, dimos tantos saltos que el reloj de tu living y el de mi comedor no podían manejarlos. Estuvimos tomando el té en la casa de alguien, gateamos sobre su piso para huir como gatos, aparecimos en el altillo de una persona a la que no le importaba que estuviéramos ahí, y entre las cosas buscábamos el lugar justo para dormirnos y fusionar el alma que guardábamos en el bolsillo del pantalón.

Algo pasó en el medio. Te agarré fuerte, con miedo a que desaparezcas. Los colores empezaron a fugarse y todo pareció ser el momento en que revelan una foto. Al caer en el aire las palabras se volvían negativos, revelabamos ideas, que la memoria alguna vez fotografió, pero no podíamos parar la fuerza con la que el punto de fuga plateado nos arrastraba.

Todo se consumió. Sólo podía sentir un enredo sobre el cuerpo, la agitación de no tenerte, el miedo a abrir los ojos. El sentir que el puente que me llevaba al túnel se había derrumbado.

Pero estabas en mi cama. Con la naturalidad de creer una maravilla. Desde entonces todos los días te amanezco, sin animarme a preguntar si éste pliegue de tu vida, realmente existe en la mía.

4 comentarios:

Darío dijo...

Bueno, quién sabe si existe. Pero mientras esté, de esa forma transitoria, es necesario tenerlo fuerte en la mano.

CucalaGrande dijo...

No entiendo nada de nada :P pero igual me hace sentir bien

leer tu blog es como estar en un sueño!!!

Blojeans dijo...

Perdón por el súbito twist: los dibujos que hacen pirquetes en el cajón aquel ¿cuándo se van a postear? (acá o en el blog del payaso masoquista que llora por no reir o viceversa)

Psico Thevenin dijo...

La primera vez que lo lei, fui influido por un baldazo de subjetividad.
Ahora, mas tranquilo y somero, puedo entender bien todo xD
Que cosas, che :3